Entre los simpatizantes de Unidas Podemos, hasta un 23,1% se adhiere a la tesis oficialista, al tiempo que hace unos días Pablo Iglesias se ponía como meta «avanzar hacia una nueva república». En un partido de marcada tendencia antimonárquica, no podemos decir que la audiencia haya quedado totalmente inmunizada a la propaganda «enemiga». No obstante, sí que pueden observarse algunos de los efectos de la aguja hipodérmica, que consigue inyectar ideas que se sitúan en las antípodas de lo cabe esperarse de simpatizantes de Unidas Podemos.
No cabe duda de que el rey emérito influyó en la Transición. Lo que cabe preguntarse es de qué manera lo hizo. Su papel ha sido cuestionado, en lo referente al 23-F, solo por medios fuera de los círculos de poder. La idea de que Juan Carlos I trajo la democracia a España se ha constituido como una verdad muy pocas veces discutida. Con este ejemplo, puede comprobarse que los medios tienen efectos muy poderosos en la conducta y en el conocimiento del público.
Las características de este modelo son:
Individualidad: falta de interacción. Esta propiedad no se cumple en un tiempo en el que las redes sociales y las nuevas tecnologías de la información permiten establecer una conversación social fuera de la que proponen los medios de comunicación hegemónicos, por ejemplo, con el hashtag 23-F en Twitter.
Unidireccionalidad: los mensajes se reciben, pero no se replican. En este caso, sí que cabe la réplica por parte de la audiencia. Otra cosa es que gocen de los altavoces mediáticos de los que disponen las élites. En este sentido, sí puede establecerse una cierta unidireccionalidad.
Asimetría de roles: el poder reside en el emisor; el receptor es un sujeto pasivo. Si bien las nuevas tecnologías permiten convertir a la audiencia en agente activo, gran parte de ella permanece ajena al debate político, dejando que sean medios y políticos los que articulen el debate y fijen la agenda informativa. 
Intencionalidad: se intenta obtener un efecto concreto; en este caso, legitimar el papel de Juan Carlos I como estandarte de la democracia.

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