DeUna de las “amistades peligrosas” que cultivó el finado Gala hasta la jabonosa untuosidad fue la del siniestro capitoste famoso por su incontinente gula langostinesca. Cuando bajó al sepulcro el mandamás de Cagasur, el antaño tronero antiotanista le dedicó un pustulario panegírico funeral en “La Hojilla Parroquial” para agradecerle, suponemos, el regalazo del convento donde el domingo exhaló nonagenario su último suspiro quien soñó con ser el eslabón perdido entre el 27 y la Generación del 50. El texto íntegro, aparecido el 15 de abril de 2016, decía así:
«Ante el dolor impuesto por la muerte de Miguel Castillejo, que creó y personificó tantas generosas instituciones hoy imprescindibles, necesito manifestar mi dolor: el personal y el representativo. Su desaparición, que lo lleva a la inmortalidad, fomentará la unión de sus fundaciones y prolongará, sin interrumpirla, su fértil vida. Este será el mejor homenaje y el más imborrable de sus recordatorios. Que sus familiares, sus beneficiarios y sus admiradores se consuelen con ello y no lo olviden nunca».
El siempre certero amigo Harazem, con su habitual vena/veta sardónica, atribuyó ese mismo día, desde su muro facebookiano, tal arrodillamiento sin par a que Gala le debía al cura Castillejo «la fulminante curación de su anticlericalismo».
[La imagen procede, como se intuye por la marca de agua, de la Agencia EFE]
#AntonioGala

https://www.facebook.com/100004334795282/posts/pfbid02uy2GebK1UR61bGCCjnj2syGFQSDpEYVJ3oKcwqoDV7CGUXcEbA3hZfS6Xnw3sTCrl/?sfnsn=scwspmo

Items